sábado, 28 de noviembre de 2015

Tenías esa piel oscura y unos ojos notablemente verdes, eras precioso en muchos aspectos y te veías genial cuando encendías un cigarrillo. Eras alto y tu cuerpo era de músculos marcados, delgado y elástico. Nunca me quisiste mucho, ni a mi ni a nadie, pero hoy te recuerdo con ese cariño que le tienen los marinos a las putas, casi agradecida de nuestras noches, de tu calma en mi superficialidad, de tu relajo en mi ansiedad, de tu indulgencia en mi locura.